sábado, 15 de agosto de 2015

ESPAÑA Y SU FRACTURA


El tópico de las ‘dos Españas’, tan mohoso y sobado por la verborrea política y la infumable cinematografía, aún no ha sido superado. Ese tópico sólo ha servido para aplastar y amputar toda posibilidad de configurar a la sociedad y al individuo de otra manera. Hasta la fecha nuestra configuración es la misma que la de aquellos  tiempos en que se discutía a grito pelado y a puño peludo entre los que defendían la adopción de una lengua nacional y los que todo aquello que no fuera el uso tradicional del latín era el caos, la muerte y la destrucción.


 Los Estados han mostrado  fracturas, en el más extremo de los casos, o divisiones, en lo casos menos graves y convulsos,  tanto en lo que toca a lo político, a lo social, a lo ideológico o a lo nacional.  Elementos que en otros paises están fuera de la disputa política, y que estando dentro del debate social no acaban en reyerta, en España son origen de enfrentamiento más que airado, huracanado. Pongo como ejemplo a la bandera de España y a la República. 


La bandera de España, como la del resto de los paises, debería ser la representación gráfica de un país, a la vez que una nacionalidad. En España ha estado y está (aunque menos) tan ideologizada, que no cumple con normalidad ese propósito.
Por otro lado la República, debería referirse, en contraposición a Monarquía, a un sistema donde la jefatura del estado recayera en una persona elegida democráticamente. Pero al igual que la bandera de España, la República está tan pintarrajeada, que sobrepasa la asepsia de esta definición, y representa algo muy del cortijo de los "-ismos".

Debido a fracturas sin soldar como esta, aparecen otras nuevas, cuyo origen, bajo mi punto de vista, está por un lado en la incorrecta ideologización de símbolos y sistemas, que deberían ser de todos y no de una de esas ‘dos Españas’ y por el lado oscuro, tanto en la españolista pretensión de unificar a palos estos vecindarios en uno solo, como en la nacionalista de separar las comunidades de vecinos con muros de ladrillo y mortero. 


"... en cualquier caso, tendrá que ser una muerte honrosa, la de caer entre las risotadas de escarnio de los enemigos, cuya seriedad tantas veces nos ha parecido algo ridícula " - Federico Guillermo Nietzsche