Estaba
allí todos los años, sin falta. Estaba tanto los años buenos como
los malos y como los subvencionados. Nos obsequiaba a vísperas de
finiquitar el año con una aparición televisiva de efecto demoledor
sobre toda capacidad autocrítica, en diferido y alienante, con los
ojos abiertos como los de un cordero y la cara de pasmado. Era él,
el rey hecho heredero por un plebeyo...¿qué cosa más bruta ni más
nociva se puede considerar que este testamento, transición o
transacción, me cago en el copón?
A
lo largo de la historia, sus antepasados, los del heredero del
bigotitos, el generalillo, han tenido el monopolio de las riquezas y la gloria de las
conquistas sangrantes, por la gracia del último dios del imperio
romano. Ahora, como tantas veces ha ocurrido en el pasado, su reinado
ha terminado en una jubilación dorada y con pedrería de diamantes.
El rey ha pasado a vivir a la sombra de riquezas amasadas en el
pretérito imperfecto, una tupida sombra que oculta tanto la
estupidez como la mala fe de las miradas indiscretas del vasallaje; ese vasallaje que teniendo conocimiento de los expolios y
explotaciones ha tenido más de una oportunidad de afinar su hocico
ético... pero no le ha dado la gana de utilizarlo para 'enmendalla'
y sigue usándolo como un jabalí, hozando a corto plazo, en busca de
la trufa, la seta o el botín de un roedor... le ha dado la gana y el
gusto pervertido de seguir prorrogando su status de vasallo. Así es
el pueblo español. La espesa sombra de las hojas transmutadas en
billetes de a quinientos eiros, hace el silencio y la omertá más
profundos al general cacareo.
El
más desigual de todos los españoles tenía cara de lelo, pero nadie
osaba comentarlo ni siquiera por lo bajinis. Tenía hasta cara de
borracho bonachón, inofensivo, y tardaba en arrancar a expresarse
con claridad, aunque no era tartamudo. El irresponsable por derecho
constitucional era espeso de lengua, y a saber de dónde le venían
las espesuras... ¿juancarlitros?... ¡qué cosas tiene la
muchachada!
Pelotazos
urbanísticos alrededor de una corona húbolos, y no desde hace sólo
un puñado de años, sino desde cienes y cienes, y con los dedos de
la mano contando, hasta cuatro. El fantasma del Duque de Lerma
disimula silbando y al viento le echan las culpas de ese silbido. Los
validos del hoy en día son los representantes de la soberanía
popular, más o menos fantasmas/fantasmones, más bebedores de coñá
Napoleón que de Soberano, populares de partido o de cuarto y mitad.
Los validos han cambiado la voz, han dado el estirón a lo tonto y
ahora sus balidos suenan a graznidos; mis disculpas y respetos a los
córvidos.
Al
matador de elefantes, con traje de pocas luces, siempre se le
arrimaron los bancos. Esas instituciones de 'ahorro' que, a cuatro
patas, ofrecieron sus espaldas al descanso de las reales posaderas,
a cambio de un puñado de soberanos populares. Los bancos se iban al
casino del ladrillo a jugarse los cuartos. Al rey le obsequiaban con
alguna fichilla para sus gastos. Eran sin duda tiempos festivos, de
belle époque y 'tiradurismo', con la vivacidad burbujeantemente
inmobiliaria de quien se sabe efímero, pero comamos y bebamos que
mañana moriremos. Hasta que en una mala racha, perdieron el dinero
de sus clientes... y desde entonces tanto los ciudadanos como los
aldeanos, los que aún no yacen muertos, siguen rascándose los
bolsillos de agujeros desorbitantes con sus miembros escuálidos y
casi rotos, para avalar la ludopatía de esos irresponsables... lo
torcido del derecho mercantil y del derecho comunitario viene a ser a
los bancos lo que lo torcido del constitucionalismo del 78 al rey.
Ahora
parece que hay una voluntad popular que ha dejado de ser muda, que se
expresa en contra de todo este puterío constitucionalista, donde el
hedor a antiguo régimen ha tenido anestesiadas por décadas las
fosas nasales. Las voces denunciando a los proxenetas de la
transición han desencadenado lo que hay tras este aparente espejismo de
normalidad democrática: se insinúa una carga de lanceros con una
constitución en una mano y una cruz en el pecho, el rey al frente,
para defender, someter y represaliar a los enemigos, las voces
denuciantes, del orden legal vigente... el orden legal de esa vil
gente.
Estaba
allí todos los años, metido en la caja tonta... y yo me deshacía
en insultos, pero se quedaba ahí pasmado, aunque sacara a relucir a
la madre que lo había parido. Ahora la caja tonta le ha cedido el
testigo al plasma tonto... nadie sabe si el testículo cedido ha sido
el derecho o el izquierdo, si un huevo o el otro es el responsable de
este desaguisado.
De
la nostalgia del rey pasmado hemos pasado a sufrir la enteralgia
del rajoy plasmado... pero es harina de otro costal.
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