El Estado, en lamentable estado etílico, a medio año finiquitado,
apenas ha dejado huella de gobernación, ni siquiera desvirgado lo han,
porque fiel a los manuales de beatonas, no ha sido invitado al altar del
matrimonio para ser desflorado. Aunque parece oirse como el soniquete
de un colchón de muelles en pleno trajín:
“mil, dos mil, tres mil, quatremil….dotze mil; dos milions de peles”.
La derecha ha resistido al desgaste con piedra pómez de la
izquierdísima trinidad venida a menos, a menos de tres. Y le echan los
perdedores, trinando, las culpas del gatillazo a la intransigencia y a
la incontinencia personalista, a la falta de acto del pacto. Pretendían
disipar las líneas rojas y los vetos a soplidos y han acabado silbando
‘El puente sobre el río Kwai’.
La cultura del pacto padece de orejas de burro, de déficit, pero no
como el déficit de secreción de hormonas de la corteza suprarrenal que
en la juventud dota a la mujer de agilidad, nerviosismo y delicadeza,
no. El déficit que nos ocupa tiene como efectos secundarios torpeza,
languidez, pachorra y zafiedad… el paciente es el partido que ni
gobierna ni deja que gobiernen los que no aceptan vivir bajo la sombra
de la gaviota; también lo padece una oposición, que por la izquierda aún
no se ha recuperado de su mitosis estructural: escisiones, primarias,
amancebamientos improvisados… Todas estas carencias han alimentado meses
de gobierno en funciones, con dos cojones: los del estado de derecho
algo torcido por torticeros lastres cargados a un hombro… Qué sonrisa
forzada dibuja la boca al recordar aquello de ‘arrimar el hombro’.
El acontecimiento político más prometedoramente trascendental, y
después de metido, nada de lo prometido, sino una mortal decepción por
verse el sueño irrealizado y la desesperanza abonada y revitalizada ante
otro futuro de incertidumbre y sobras frías para engañar al hambre,
han sido las segundas elecciones del ‘veintiséis jota’, que han servido
para lo mismo que las primeras: para que la incapacidad de dar respuesta
al nuevo mapa del tesoro político donde las mayorías y las alternancias
ya son historia, vuelva a hacerse un hueco, otra vez, en el día a día
de la crónica política. Pero donde la preocupación y el abatimiento
social siguen escalando nuevas cimas, mientras los ciclistas de la
política pedalean para ver quién cruza primero la meta de la Moncloa, el
paraíso del trapicheo, del menudeo y del mamoneo presupuestario. Y los
empresarios siguen contando billetes distraidamente y en voz alta para
no equivocarse, todo sea por el rigor económico y la austeridad.
El veintiseis-jota tiene la culpa de todo, esas elecciones que ni han
recolectado razón ni justicia, porque el precio no ha sido en valor
igual a la cosa que nos han vendido y los sufragadores han preferido
quedarse en casa en una cantidad mayor que en las erecciones invernales.
“Mil, dos mil, tres mil,
quatremil….”
Ahora todos tienen prisa, pese a la victoria, porque ya tenemos bien
sabida la letanía de que todos ganan aunque sea rebuscando victorias
entre las ingles de los arcanos. Hay prisa por el miedo a que una
tercera convocatoria le siegue el cuello al que tan azarosamente lo ha
salvado en la segunda. Y otros no disimulan impaciencia por sentar sus
posaderas en los sillones del privilegio por antonomasia…el guión ni
siquiera ha sido retocado desde diciembre, sin adaptaciones, clavadito
tú.
La apremiante necesidad que exige el país de ser gobernado no hace
ascos a los apoyos ni a los criterios que se les presenten, ni a que los
partidos cambien o maticen sus posicionamientos. 130 millones son 130
millones, aunque no sean de comisiones ilegales de proveedores
distribuidas entre los miembros más selectos, responsables y honrados
del partido que gobierna en funciones y hasta del que funciona sin
gobierno; millones de nuevas indefiniciones, incertidumbres y elementos
de confrontación que empujan a la turba para incinerar a más de un
político en la pira en cuanto se descuide. Y los proyectos de ley y
presupuestos generales del Estado sin estrenar.
Los partidos políticos más destacados en las elecciones nos ofrecen,
con pocas diferencias aritméticas, análoga situación a la que ofrecían
en la anterior convocatoria: tiras, apropiaciones indebidas, aflojas,
fraudes fiscales, afloja tú si eso…, falsedades documentales, reuniones,
declaraciones, ‘Marisas Gallero’ tirando de la lengua a tesoreros,
maquillajes financieros y contactos… entre adultos (Soy muy abierto
políticamente y dispuesto a todo.Dante y tomante. Ni cobro ni pago. Puro
vicio).
Todo se parece un poco a lo de ayer: las rondas de vinos, las rondas
de contactos, ‘aspiraciones a’ y suspiros de España. Pese a la
concentración y conjunción planetaria de siglas, personalidades,
personajes y agrupaciones de grupos antes emancipados, hoy amancebados y
haciendo corazoncitos, la sombra de la convocatoria invernal sigue
siendo alargada…Hay partidos separados los unos de los otros más por
cuestión de marcas y márketing que de principios o coincidencias
ideológicas: varios partidos por la derecha y otros tantos por la
derecha que se hablan lo justo.
Pese a los buenos augurios que se le videnciaban a algunas
concentraciones, los resultados sólo han revelado su fracaso. Los pagos
en B de donaciones ilícitas han sido vitoreados por un electorado de
película de Berlanga, lo que evidencia que las coaliciones sólo se
avienen bien si son para el robo, el hurto y el descuideo. El comunismo
socialdemocratizado ha coseguido reclutar titulares y trending topic más
por efecto de la publicidad televisiva y el sermón evangelista
extendidos por artifical, medido y deliberada estrategia, que por las
virtudes de su doctrina, aún por evaluar.
La imperiosa necesidad de alcanzar acuerdos que permitan la
gobernabilidad del país y eviten una tercera convocatoria electoral
puede terminar en un nuevo remake de ‘desvestidura’ que deje a las
mentes preclaras de este país con las vergüenzas al aire, colgando, como
espadas de Damocles de variopinto centimetraje.
Un partido de los nuevos, anaranjado como una bombona de butano de
las de antes, de las del monopolio, ahora una de las empresas con
puertas giratorias, persiste en la idea de agrupar en torno suyo,
(complejo de gallina con polluelos psicológicos) a aquellos elementos
constitucionalistas, ‘pesoistas’ y ‘pepeistas’, ansiosos de reformas,
con la pretensión de garantizar el triunfo de las medidas de
modernización y justicia social compatibles con la unidad de España, la
responsable civil subsidiaria del fraude de sus gobernantes, pero que
está de vacaciones, aireando lorzas y aliviando resacas de sangría
calenturienta… guiñol y esperpento.
Casi antes de ayer, en el siglo XX preconstitucional, la bandera
enarbolada era la del ‘orden’ y la de la ‘unidad de destino en lo
uiniversal’; hoy están de moda más los banderines que los banderones,
pero con el mismo regusto rancio en los lemas cañís.
Todos, los castosos y los casposos, son herederos del Sr. Maura,
herederos de sus palabras: ‘la revolcuión de arriba a abajo’, pues todo
lo revolucionario, lo reformista y lo regenerador se va a hacer desde
las ‘montañas nevadas’ sin rasguños ni contusiones; mientras los rostros
exangües de a pie y paso de cebra, que han dado plenos poderes con su
voto de representación, pinche y corte tetranual, deben limitarse a ver,
oir y asentir a todo aquello que les predican desde los púlpitos de las
empresas de comunicación… y rendir genuflexión a las redes corruptas de
cobro y reparto de comisiones ilegales, si se tercia. ¿Y los
referéndum? El referéndum es una revolución desde abajo, está
estigmatizado, es ETA, así que no lo mente.
Pendiente o no de Gobierno, o de nuevas elecciones, si le esperan a
España nuevas decepciones, traiciones y usurpaciones marcadas de nuevo
por un reparto desequilibrado de los sacrificios por el ‘bien común’
(toma patada en la boca), o le esperan alegrías, dichas y serenidades
que dieran lugar a una persecución sin cuartel de la corrupción, de los
déspotas incorregibles y el fraude, eso sólo el tiempo lo ha de decir
cuando le venga en gana, bien en una rueda de prensa o desde un plasma…
un plasma como esos que permiten acceder al conocimiento de la
información que a mí me parece, la cultura que a mí me gusta y sólo lo
guapo de la actividad administrativa más próxima a la gaviota viuda; sí,
sí, un plasma preparado para sintonizar proyectos televisivos-paelleros
como los del popular Alfonso Rus, el contador de estampitas del
Monopoly.
Tras el voto del pueblo al partido de la corrupción uno se para a
pensar, mientras fuma, el que fuma, mientras se deleita en el olor de la
hierba cortada, el que vive en el campo, mientras pasea por la sombra
el urbanita, hasta mientras defeca con el bote de champú en la mano y la
mirada perdida en el infinito del azulejo que un día dejó de ser
blanco, el que goza de regularaidad ventral: demasiados meses de
consignas, de tomas de declaraciones, demasiados visionarios entre
charlatanes y libertades bajo fianza, demasiadas intolerancias,
imputaciones, radicalismo, falsas solvencias, desviaciones de dinero
público, inmundicias, hombres de paja, declaraciones estereotipadas
hasta aburrir a los cantos rodados, riadas de aguas políticamente sucias
y escasa convicción en los argumentos diferenciadores entre fuerzas
políticas supuestamente afines.
Para los partidos y para los medios de opinión informativa, es
costumbre considerar al electorado como el rey absoluto de la fiesta de
la democracia, a quien es necesario hacerle ver que se le sirve con
mucha adulación y muchos dientes blanqueados…también hay tradición en
darle la razón en casi todo y nunca discutir sus fallos: la contraria se
la deben llevar los intérpretes de esta función teatral, de acuerdo a
lo escrito en la obra por los autores y a las anotaciones del apuntador
de turno… Desde las tablas dicen los actores suspirar hondamente porque
florezca la flexibilidad, generosidad y propensión al entendimiento que
abría sus pétalos en los años 70… ni se mentan desde ese ‘tablao’ las
asociaciones ilícitas, cohechos, falsedades documentales,
prevaricaciones y malversaciones. Guillermo Cabrera Infante en sus
divagaciones sobre La Habana, echando humo habano por las narices,
afirmaba por intermediación de su mano libre, que la adulación llevaba
al adulterio, y debe ser cierto, porque esta pesadez de cabeza que
soportamos no creo que sea por un brote de inteligencia sobrevenida.
Tras el resultado de estas elecciones, acaso más que nadie, sea él,
el electorado formado por millones de familias españolas en paro y a las
puertas de la pobreza, un fenómeno acultural digno de estudio y en gran
parte digno, al alimón, de censura en tanto que colaborador de los
errores, tergiversaciones, faltas y delitos de sus representantes, al
otorgarles la confianza para seguir gobernando con el cadáver de la
corrupción aún caliente. Los políticos son lo que son, meapilas con
ansia viva por controlar instituciones para su medre, porque su
privilegiado contrato es renovado por los electores para que sigan
blandiendo su arma de jodienda: el BOE.
No falta quien sostenga que, pues el electorado es el que vota, es
dueño de imponer su caprichosa predilección por lo irracional de las
tramas de sobornos, malversaciones y blanqueo a las minorías… Quien
suscribe prefiere que el sostén sostenga dos tetas como el gusto y el
sentimiento ético de la vergüenza, que son susceptibles de educación, y
que, bien masticadas e instruidas al electorado que hoy divierte su
orgullo y su brío revalidando a una trouppe de ridículos y una mojiganga
de extravagantes políticos arrimados a la corrupción, pueden mañana
deleitarle con un buen sermón, una intachable filípica y una reprimenda
electoral dirigida a los hoy absurdos, obscenos, inmorales y dañinos.
Falta esa persona que desde la autoridad y prestigio avalado por una
obra contrastada y depurada por todo el mundo , es decir, despojada de
toda fama añadida y autoridad jerárquica, emprenda la crítica con todos
los signos de puntuación sobre las decisiones erradas del electorado. La
finalidad de esta crítica debería ser la de hacer grande beneficio a la
Política con Pe mayúscula , arrebatada a fecha de hoy por la demagogia,
el populismo y los medios de opinión informativa/deformativa de la Pe
popular que adjudica obras y actos públicos a los camaradas…
Debería ser también esta crítica destinada a crear un basamento de
inspiración armónica, tarareable, que influyera en el razonamiento y no
en la víscera: la aprobación y el rechazo de una fuerza política, hoy en
día y vistos los resultados, no es más que la suma de corta-pegas de la
opinión de ciertos tertulianos, que fallan por imprecisión, que rezuman
prejuicios y holgazanería, ajenos al ejercicio del empirismo, que son
contrarios al sentido común y funestos en su resultados para con los
sentimientos ajenos. Mientras tanto, el exagerado peloteo, cepillo y
adulación, desde la propaganda política, tapona los oidos de los
representados.
La sentencia de las urnas, ese jurado de metacrilato, mediante la
cual se aprueba o rechaza una opción política, no es más que la suma de
opiniones individuales; individualidades influidas por prejuicios
propios o impuestos y prosaicas preocupaciones ajenas a la política, al
gobierno de lo común, ajenas a la justicia social, la igualdad y la
aplicación de un reparto equilibrado de sacrificios
Por eso el respeto exagerado al público es una adulación comparable a la
que los palmeros hacen al gobernante inepto, con la sola finalidad de
mantenerse en ese círculo de privilegio y poder. “Cobre y cobre
impuestos, gaste y gaste, elija y elija, porque la gente es demasiado
idiota como para entender la diferencia”, era el consejo que daba Harry
Hopkins al presidente Franklin D. Roosevelt
La prueba de que el electorado español necesita quien le dirija sin
que se le trate como un rebaño, y quien le guíe por el intrincado
laberinto que forman las distintas manifestaciones políticas, viejas y
nuevas, anticuadas y novísimas, está en que todavía no se ha establecido
ni siquiera una difusa línea divisoria que separe la verdadera
política, reflejo normativo de la vida, y el mero arte populista de
interesar o entretener al elector en tanto que televidente de programas
de vísceras televisivas; cosas harto diferentes una vez que se las
compara, pues para la primera hacen falta programas y medidas con
escenarios reales, y para lo segundo bastan parlanchines de lengua hábil
y rumbosos empresarios de tertulias desinformativas con parentesco
cercano a la tele-casquería.
Queda por ver en la escena política que entre con fuerza y a lo punky
el triunfo de la verdad, que las necesidades reales de la sociedad, el
empobrecimiento de las clases medias y la ruina de la población más
humilde, destronen de su inmerecido micrófono al discurso político
cocinado a base de aventureros sondeos y mera imaginación
propagandística, a lo Donald Trump, hecho por y para la televidencia
pasiva y lisérgica. Queda mucho por ver, y cada vez perdemos más
dioptrías.
Pero el electorado no acaba de distinguir lo político de lo
artificioso y mercadotécnico: nadie ha querido graduarle la vista y
corregir esa aberración. La frase, con su sujeto, su predicado y todos
sus atributos, del crítico de televisión Javier Pérez de Albéniz
dirigida a la televisión española y publicada en The Guardian, resulta
esclarecedora para explicar la idiocia y la tele-invidencia que
deliberadamente se ha sembrado entre los españoles: “En España los
niveles de lectura son muy bajos, el fracaso escolar es muy alto y el
desprecio público por la cultura, colosal”. ¡Que llamen a la The
Guardian Civil!.
Opciones políticas que fueron delicia de nuestros mayores como el
“Votar centro es votar Suárez” , que parecían candorosas como ese “La
libertad está en tu mano”, bajo las mismas siglas se nos antojan pálidas
agora, quién lo iba a decir del ‘Queremos democracia para todos los
españoles’, pese al maquillaje y la cirujía estética. La generosa
majestad de las ubres de Javier Pérez de Albéniz nos porporciona más
alimento intelectivo extrapolable a la explicación de ciertos resultados
electorales: se trata de una “absoluta falta de respeto por el buen
gusto o la decencia” firmada por todos los jefes de campaña.
Los mítines de los 80 no conmueven a los mismos que entonces los
aplaudieron y vitorearon. Todo ha envejecido, hasta los “100 años de
honradez y firmeza” .También ha envejecido el electorado joven: ha
rechazado la novedad, un rechazo tan estructural como el de sus abuelos,
pese al coqueteo con las nuevas formas y publicidades seductoras no ha
querido arriesgar por una apuesta de renovación y se ha arrugado como el
culo de un político con unos años de legislatura a sus nalgas. ¿Pero no
era la tranquilidad y el reposo conservador lo que generalmente reinaba
en la vida de las personas de una edad avanzada? Al parecer no, las
generaciones posteriores han votado la verdad a medias pero sin
conflictos, y la fuerza poética fría, discreta, burguesa y despoetizada.
Parecía que los nuevos electores iban a demostrar predilección por lo
cómico, lo irreverente, el sainete, pero han votado tragedia y pañuelos
envueltos en lágrimas de cincuentón. Han votado por lo gris, lo ajeno a
la provocación, al cambio… la predilección del electorado es
indeterminada y oscilante, una suerte de mariposa dándose de hostias
contra el cristal de una ventana en su estúpido afán de atravesarlo.
La campaña electoral viene a ser un falso drama histórico, donde la
verdad es lo que menos importa y el blindar constitucionalmente el
Estado del Bienestar importa una higa, y todo está envuelto de
ideaslismos exóticos de última hora y otras nebulosidades hechas palabra
hueca y voladiza, que deberían repugnar al temperamento cerebralmente
vivo y pragmático. Estas formas y estilos de electoralismo de
cagaprisas, no enseñan nada útil en el fondo, sólo introducen en nuestro
alicaído ánimo un enema de privatización y externalización en los
servicios públicos.
Nadie puede indicar a ciencia cierta qué es lo que ha aprendido y en
base a ello cuál es su preferencia u opción, de tan aturdidora que es la
lavativa partidista y las redes puti-clientelares. Al lado de la falta
de entusiasmo de la sociedad que sigue comiéndose los medievales
aforamientos, el vicio capital del pueblo soberano, es la frivolidad un
rastro que ha dejado tras de sí el repertorio político que se funda exclusivamente en el llenado de urnas, responsabilidad de quienes meten
el sobre.
Habrá acuerdos, puede que sí, habrá proyectos compartidos, no lo
niego… pero que propicien una profunda regeneración de la política
española del ¡Ay, Carmela! a base de Ay-fon/i-phone, lo dudo. Y que les
permitan a los damnificados atisbar una salida digna de la crisis, que
dicen que ya es historia, ficticio me lo fiáis. El tiempo perdido nunca
se recuperará, le enseñaron al Gaón Rabí Eliyahu, y él así lo enseñó a
sus hijos y alumnos; los millones de euros que cuesta la arroba de
segundos tampoco, aunque tengan fines electoralistas y que gracias a sus
ceros una Diputación controle directamente los contenidos de una cadena
de televisión autonómica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario