Hay gente que va y te dice que ha
descubierto la rueda, o la circunnavegación de África. Lo que más
me jode no es que se atribuyan ese descubrimiento o el de la
combustión o el de la teoría de la nebulosa de Kant, que tanto
monta para lo que mi cabreo expresa -y de paso que le den a los
derechos de autores de derechas y de izquierdas. Lo que más me jode,
es que me cuenten cuentos de hadas marxistas, y lo que es peor que
me los expliquen a lo José Luis Coll sin la gracia de la 'col' de Tip y Coll.
Por un decir algo, que me expliquen ahora que peino canas en la barba, cómo
es que el capitalista que anticipa un capital en un negocio
industrial o artesano recupera al final, no solamente el capital
invertido, sino, además, un beneficio; después de haber padecido
de 'Contribución al problema de la vivienda' en pleno estiramiento
de huesos adolescentes, me tocaría mucho los cojones, que a uno con la edad se le han caido ya casi todas las caducas hojas de la paciencia.

El proyectil de
semen certero y fecundo era propiedad privada de una institución
tradicional, llamada padre, que parece ser la que Anna Gabriel apunta
con dedo acusador.
Fue Engels quien señaló por primera
vez que la dependencia de los hijos respecto de los padres, era una
de las bases del matrimonio burgués y que estaba ligada a la
propiedad privada. Pero Anna nos lo vende a su manera, sin acertar a
hilvanarlo a 'Los Principios del Comunismo' del mencionado autor,
Federico, el alemán que siempre nos presentaron como una lapa
pegada a una roca -cristiana- apellidada Marx.
Ese criar a los hijos con otras
personas es tan original para la Gabriel y para los medios de
comunicación que difunden su palabra y obra, que en 1861 Johann Jakob Bachofen, en su obra "Derecho
Materno" ya apuntaba maneras al meterse de lleno en el estudio
de la historia de la familia. Se jodió la originalidad. Bachofen
había observado que los seres humanos,(el 'como en otras culturas'
de Anna Gabriel le viene aquí prendido en la solapa que ni
piripintado), vivían en promiscuidad sexual, lo que traía como
consecuencia la imposibilidad de establecer la línea paterna, por
lo que quien pasaba a cortar el bacalao en términos de filiación era la
madre, la mujer. Las mujeres, como poseedoras de los derechos de
autor de la descendencia, llegaron a tener tal respeto, que en
algunos casos se llegó a dar un dominio femenino absoluto, lo que
Bachofen denominó como 'ginecocracia'.
Anna Gabriel explica su innovadora
tesis al resto de necios e ignorantes seres aburguesados, por la
cual en 'esas otras culturas' el concepto de maternidad
y de paternidad "no están individualizados"
como en los países desarrollados... ¡Bravo, bravo!... ¡Qué
originalidad, qué vanguardista!
Pues J.F. McLennan se chinga en su
innovación, y nada menos que en sus "Estudios de Historia
Antigua, 1886; matrimonio primitivo", concretamente -nos apunta
Engels-, en la página 124, donde se lee lo siguiente:
"Desde el momento en que la
exogamia y la poliandria proceden de una sola causa, del
desequilibrio numérico entre los sexos, debemos considerar que entre
todas las razas exogámicas ha existido primitivamente la
poliandria... Y por esto debemos tener por indiscutible que entre las
razas exogámicas el primer sistema de parentesco es aquel que sólo
reconocía el vínculo de la sangre por el lado materno".
A mí también me cautivó por lo
liviano de su lectura, "El origen de la Familia, la Propiedad y
el Estado"...eso de las tribus de iroqueses y su sistema de
parentesco, y las familias sindiásmicas... pero nunca se me ocurrió
predicar como un cura sus excelencias evangélicas, cocinadas con mi
lenguaje, y presentadas a los rebaños de burgueses como idea propia,
de mi invención, puño y letra y profunda reflexión... Para predicar de esa manera
hay que haberse nutrido muy a fondo de la leche que manaba de las tetas del
cristianismo y tener un flequillo de monja... Y de esos pezones mis labios nunca chuparon, ni
gozaron con su chupeteo...y menos ahora que estoy calvo.
Esto que he parido aquí, puede decirse
que ha sido fruto de las corridas de varios autores, identificados
con nombre y apellidos... el parto, por otra parte, no ha sido
doloroso, me ha resultado gozoso y de tanto gozo, jocoso y vaporoso..
esto último, he de reconocerlo muy a mi flotar, producto de la mezcla de opiáceos con alcohol.
Saludos Anna Gabriel, desde el lado menos revolucionario de la calle.
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