Dijo
el PPartido del gobierno que usted, señor Juez, atacaba a los
miembros de la Cámara. Que la frase “por
la convenida decadencia de la clase política” era un arma
arrojadiza de afilado cuchillo y mango relleno de TNT cuyo blanco
eran los reputados diputados del PP y la compañía. Sin embargo,
para el reputado diputado PPopular Rafael Hernando, "pijo
ácrata" es como una plumilla de golondrina que vuela
inocentemente mecida por el viento. En fin... ¡en fin no, que se
abra de nuevo el telón!

Cuando
el PPartido se ve al espejo ya arrugado y medio consumido (¡mi
madre, qué viejo estoy!) es propenso a celebrar unos rituales cuasi
esotéricos para invocar a los arcanos de la eterna juventud:
congresos extraordinarios en los que se 'elige' por aclamación a un
nuevo candidato, o en otras ocasiones se da una ceremonia de
redescubrimiento del mismo de antes pero acicalado de otra manera y
obligado a mantener una sonrisa dentífrica casi hasta el extremo de
la dislocación de mandíbula.
Esto
nos lleva a preguntarnos: ¿es ese envejecimiento producto del
desgaste? En caso afirmativo una renovación de caras sirve para
salir del entuerto. Pero el 25-S viene a decirnos que pese a nuevas
caras, el envejecimiento persiste(¡no nos representan!), lo que nos
lleva a la siguiente cuestión: ¿no será más que desgaste una
decadencia programada como así ocurre con los organismos vivos? En
la decadencia de los organismos vivos pesa más el control génico
que el desgaste producido por el ambiente. Trasladando esto al mundo
de la política sería legítimo aventurar que el sistema bajo el que
funcionan los partidos, el tipo de democracia bajo cuyas normas se
desenvueve la vida política, ha envejecido independientemente de la
acción del entorno, está a punto de caducar por ley de vida y ya no
da el pego con los avíos del maquillaje. Quizás no acierten a ver
con tanta nitidez y sinceridad más allá de la zanahoria colgante,
como sí lo hacían los publicistas de los años 90: su preocupación
era que a partir de los 30 empezaba la decadencia profesional y a
partir de los 40 la marginación laboral.
Señor
Juez Pedraz , usted ha descrito un hecho triste constatado por más
ciudadanos que votantes en las elecciones generales y por ello ha
sido vuesamerced objeto de la agresividad verbal en la forma de un
'indecente' dirigido a usted por parte del diputado Rafael Hernando.
Agresividad que en este caso es ejemplo palmario del otoño de la
clase política, porque los 'inaceptable', 'impresentable' e
'intolerable' que el escocido político del PP vomita hacia su
persona son ya hojas secas, amarillentas y muertas que la ciudadanía
pisotea en su cansino pasear.
La agresividad del portavoz adjunto del Grupo Popular es un acto instintivo destinado primordialmente a la conservación de su especie/partido, ahora que todo son enemigos, conjuras judeomasónicas y ansiolíticos para salvar la jornada con dignidad. Pero disimule vuecelencia cuando el diPPutado Rafael Hernando cuestiona su capacidad jurídica por puro vociferar y patalear, porque discerniendo el auge y el decaimiento de este adversario es como se conoce el estado de las cosas en el campo de batalla, que es en lo que se ha convertido la vida pública: esos estados de conflicto y lucha que algunos portavoces propician, los que para Locke son sinónimo de brutalidad y decadencia.
A pesar de esa menopausia argumental que lleva a Rafael Hernando a hacerle responsable de cualquier acto de intimidación, acoso o agresión que pueda producirse contra cualquier representante de la soberanía nacional; a pesar de esa violencia política contenida en la frase: "Aunque pretenda ir de pijo ácrata, en realidad es un juez"; a pesar de esos tics del antiguo régimen (como por ejemplo, ese "españolizar la enseñanza", que literalmente era propósito perseguido por la Junta de Defensa Nacional en 1936); pesares que todos esperamos pasajeros, los ciudadanos viven todo lo libres que les dejan, y protestan y se manifiestan porque todo indica que parecen haber nacido para la libertad y no para la esclavitud de un animal de carga (omnes autem homines natura libertati studere et condicionem servitutis odisse; hasta Julio César, uno de los referentes de Rafael Hernando, ése del que el Ingenioso Hidalgo Don Quijote dice que "fue notado de ambicioso y algún tanto no limpio", cayó en la cuenta).
La agresividad del portavoz adjunto del Grupo Popular es un acto instintivo destinado primordialmente a la conservación de su especie/partido, ahora que todo son enemigos, conjuras judeomasónicas y ansiolíticos para salvar la jornada con dignidad. Pero disimule vuecelencia cuando el diPPutado Rafael Hernando cuestiona su capacidad jurídica por puro vociferar y patalear, porque discerniendo el auge y el decaimiento de este adversario es como se conoce el estado de las cosas en el campo de batalla, que es en lo que se ha convertido la vida pública: esos estados de conflicto y lucha que algunos portavoces propician, los que para Locke son sinónimo de brutalidad y decadencia.
A pesar de esa menopausia argumental que lleva a Rafael Hernando a hacerle responsable de cualquier acto de intimidación, acoso o agresión que pueda producirse contra cualquier representante de la soberanía nacional; a pesar de esa violencia política contenida en la frase: "Aunque pretenda ir de pijo ácrata, en realidad es un juez"; a pesar de esos tics del antiguo régimen (como por ejemplo, ese "españolizar la enseñanza", que literalmente era propósito perseguido por la Junta de Defensa Nacional en 1936); pesares que todos esperamos pasajeros, los ciudadanos viven todo lo libres que les dejan, y protestan y se manifiestan porque todo indica que parecen haber nacido para la libertad y no para la esclavitud de un animal de carga (omnes autem homines natura libertati studere et condicionem servitutis odisse; hasta Julio César, uno de los referentes de Rafael Hernando, ése del que el Ingenioso Hidalgo Don Quijote dice que "fue notado de ambicioso y algún tanto no limpio", cayó en la cuenta).

Rafael
Hernando es un profesional de la política y se le supone
profesionalidad también en la vaina de la imagen. Pero hete aquí
que pese a vestir un peinado y una pose similares a los del Juez
Pedraz, que por otro lado no es profesional de márketing ni de
publicidad, la imagen de éste es infinitamente más mediática y más
cercana a la ciudadanía/aldeanía que la del diPPutado. Por ello, y
antes de bajar el telón, quiero dejar constancia de que aprecio
cierto tufillo a orgullos escocidos y frustraciones hirientes. ¡Que
alguien pulverize ambientador para disipar ese olor a sobaquina
rencorosa de Salieri, no vaya a ser que Mozart se resienta de la
pituitaria!
Ahora
sí, telón y luces fuera.
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