La mayoría de los partidos políticos no han aportado nada decisivo ni al desarrollo de la decencia ni al desenvolvimiento de la humanidad. La península ibérica no ha sido ninguna ínsula en lo tocante a esta vaina: hay un puente por donde se ha efectuado el trasvase.
En España no faltan cadenas de televisión donde vale el escarceo político pagado con billetes de a quinientos euros; donde el cachondeo tertuliano llama 'orejones' al Príncipe de Gales, y a la vez refiriéndose al otrora Príncipe de Asturias le merengan un "Destaco no solo su preparación, sino el
convencimiento de que tiene como referente a España y a los españoles, y
garantizará el régimen de una nación como ésta"; y lo que se le tercie a la audiencia, que es la que paga y la que manda y la que traga... para deleite de las 'pasiones inútiles' como habría definido Sartre a los televidencias.
Esa mayoría de partidos políticos nos dicen que son el menos malo de los sistemas , y si afectan con su negligencia y corrupción a la honra de nuestras familias, pelillos a la mar, o como dicen los políticamente correctos: efectos colaterales, que lo que importa es la raya del medio pintada con tiza, la que hipnotiza a las gallinas. Mientras tanto, los que son etiquetados de pueblo soberano, se recrean en el vicio de la idolatría del éxito de los suyos: una la liga profesional de trileros del lenguaje y de ocurrencias más que de ideas.
Como regalo nos han invitado a comernos un indecente menú electoral: pringoso emparedado de autonómicas y locales. Como promesa, y ésta sí que es de las que se cumplen, amenazan con una barra libre electoral en noviembre.
La mayoría de los políticos... ¿son 'todos los políticos' dicho de una forma 'políticamente' correcta para no agriarles los Gran Reserva que se pimplan los hombres de orden?
¿Es esta ínsula como la de Sancho Panza, donde se excluyen a las mentes y espíritus privilegiados, al no ser domesticables, al no querer ser corderos de un dios romano predicador de la muerte?
martes, 9 de junio de 2015
domingo, 7 de junio de 2015
EUROPA, ROPA VIEJA Y REMENDADA
El
terreno, lo más bajo, la tierra madre, donde todo fermenta, todo
pudre y todo germina, poco tiempo de descanso tuvo en la historia
entre guerra y guerra, poco tiempo para recuperarse de sus heridas
sangrantes. Las tierras madres, las patrias, aún están amasadas
con dolor y con sangre; las conciencias bajan la vista y las
esperanzas llevan los hombros caidos
Los europeos siempre se han acercado hacia esa parte de la tierra
donde el desmoronamiento es la antesala de la caida al vacío en el
acantilado inmisericorde de la historia y se han quedado en sus
inmediaciones jugando a la ruleta rusa, un pasito p'alante, un pasito
p'atrás. Europa siempre se ha creido un bebé mimado por una
concurrencia planetaria; por ello con los pinreles al borde del abismo
nunca ha sopesado razón alguna para inferir que la historia, en
cualquier momento, se desmoronaría bajo su pedestal, creyéndose en una
eterna infancia, ese estado de permanente osadía a las advertencias
de los adultos. Y así, es como la muerte de los hombres se ha
repetido una y otra vez, por obra y desgracia de una civilización
que siempre ha actuado bajo la inercia del mirar hacia el infinito y
más allá, siempre idealizando y filosofando, con una confianza que
no contagiaba temor alguno ante las amezanas de los primeros
terrones de tierra que se perdían y se fragmentaban en lo más bajo de las bajezas de la historia: la guerra...
amenazas que algunos como Henry James atisbaban.
El
terreno, la madre tierra o el padre parcela urbanizable, está
demasiado empapado de sangre y desgracias civiles, y por eso se está desparramando, pese al esfuerzo de la ingeniería legislativa comunitaria para luchar contra ese ángulo de desmoronamiento. Europa vive en
una oligofrenia, más temeraria que una infancia, que anuncia otro desenlace dramático... hasta el vino se avinagra en la boca, sólo de pensarlo.
ORIENTAL Y TAL Y TALIZÁNDONOS
El sistema capitalista se está orientalizando: si en el imperio oriental, es el gobierno teocrático el que ordena y
manda, ahora es el de los 'mercados' o 'mercadocrático' el que hace lo propio con el látigo. Las
costumbres y las ceremonias pesaban en oriente más que la
legislación. Y en el Occidente del hoy en día la legislación
laboral va cediendo terreno a la discrecionalidad de la
flexibilización laboral a gusto del empresario, que es quien da el
dinero, el que tiene el poder de contratar o despedir y también tiene el dominio
arbitrario de contestar: 'si no te gusta te vas que hay cola', con aliento a Vega Sicilia en la boca.
LOS ASALARIADOS ESTAMOS HARTOS DE 'EMPRESARRO' EN LOS DIENTES
Al
sistema empresarial español, elitista donde los haya, poco le
importa la educación de los ciudadanos y su cualificación, pues
hasta ahora le ha ido muy bien la mano de obra pobre e ignorante que
ha trabajado para la construcción por acción y efecto de una
zanahoria atada a un palo; ¡Ah la 'construcción'!, ese sector
fetén de lo especulativo y corrupto.
Por
eso los gobernantes que han compadreado con los constructores nunca
se han visto en la necesidad de hacer concesiones significativas a
los trabajadores en lo que se refiere a la mejora de su cualificación
profesional: porque el turismo, la construcción y el campo (sectores
propicios para mano de obra ignorante y cortoplacista)han sido un
cómodo y ahorrativo colchón para el oligo-capital. Pero sí han
sido muy ''plañideras' a la hora de lloriquear año sí, año
también, a las puertas del gobierno de turno, por que hubiera menos
aranceles para sus exportaciones, por menos impuestos para facilitar
su expansión,¡ payo!. Y por salarios bajos, casi tan bajos como los
que se pagan por trabajos sin cualificación en países no hace mucho
etiquetados como subdesarrollados.
TIVIDAD, TIVIDAD...QUE ALGO QUEDA... EN EL INODORO
Si era lamentable
para los artesanos en extinción de entonces, que la relación costo-beneficio
rigiera los balbuceos del mercado bebé-capitalista, hoy en día el
amancebamiento productividad-competitividad para los herederos de
aquellos artesanos, tanto en lo tocante a la rapidez como en lo
montante a la crueldad, sería una razón más que suficiente para que
Stuart Mill se inyectara una chuta de caballo en la vena, al contemplar el espectáculo... con el culo entumecido de un incordio anal, que es lo que viene a ser el amorfo-capitalismo contemporáneo.
BIEN ESTAR, NO RECUERDO SI ESTUVIMOS NUNCA
La desgracia más
horrenda, la más macabra desgracia que podría acontecerele a un ser
humano en la imaginación colectiva de la sociedad del bienestar de
los años ochenta y noventa del siglo precedente, es que le paguen
por hacer aquello que odia, que desprecia y que le amarga la vida, de
manera cicatera y en condiciones de vecindario con la esclavitud
laboral del gargantúa
asiático.
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