domingo, 7 de junio de 2015

BIEN ESTAR, NO RECUERDO SI ESTUVIMOS NUNCA

La desgracia más horrenda, la más macabra desgracia que podría acontecerele a un ser humano en la imaginación colectiva de la sociedad del bienestar de los años ochenta y noventa del siglo precedente, es que le paguen por hacer aquello que odia, que desprecia y que le amarga la vida, de manera cicatera y en condiciones de vecindario con la esclavitud laboral del gargantúa asiático.

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