¿Por qué la gente es tan aficionada a
hacer esquelas?
Quizás empujando y haciéndome un
sitio entre los culos de Sartre y Gombrowicz, a parte de algún pedo
sobrevenido por accidentes de la hidrodinámica, me explicaran en
estéreo que la conducta de estos aficionados al luto es una especie
de circo de varietés resultado de la acción y efecto de la
penetrante mirada del Otro, que les obliga a dejar de ser ellos
mismos, que les obliga a interpretar un papel teatral ante la
esquela...
Los esquelistas imbuidos de ese
personaje de barato presupuesto, creen tener un particular poder de
seducción que se materializa en la incorporación de elementos
insólitos en las esquelas, que a la postre, vienen a ser corta y
pegas sin chica, ni originalidad, ni limoná. Piensan que el lector se verá forzado a
leer atentamente esa epístola fúnebre de una sola página... Piensan
demasiado, para tratarse de un documento referido a la pérdida de
pensamiento.
El esquelismo, como la pesca de mocos,
¿es afición, es ocasión o es necesidad? Si reflexionamos sobre el
moco, éste nos aportará respuestas certeras acerca del
esquelismo... ahí lo dejo, soy respetuoso con la intimidad de las
narices ajenas.
La humanidad va perdiendo afición al
noble pasatiempo de reflexionar sobre las excrecencias de su cuerpo y
la relación con el propio entorno. Esta idea me produce una honda
congoja, tanta como bostezo la esquela virtual hacia celebridades del
orbe que pedalea en Orbea.
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