¿Cuándo
sentí dolor? ¿Cuándo tuve que sufrir?
¿Nunca
hubo luz?
El
dolor encogía al espíritu,
hasta
la más punzante pequeñez.
Enmudecía
de aquel modo
y
en los oidos aullando,
aquella
algarabía de bichos
del
jardín de espinas sonoras.
En
el campo de batalla,
humo,
moho y enfermedad
enmerdantes
de
la voluntad.
No
había un solo hierro
al
que aferrarse,
todos
eran blancos, ardientes
masticadores
de la paz.
Veo
aquellos cuándos
eternos,
imponentes,
desde
mi actual trinchera
enferma
de
hasta cuándos.
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