En
un delirio no deseado,
ascensión
que es un martirio,
se
flota hacia una boca cerrada,
que
cuando enseña los dientes
revienta
en un aliento fétido...
condenado
en el aire
a
nadar,
hasta
que esos brazos enormes,
cadenas
de eslabones familiares,
que
son voluntad de dominio peluda
decidan
hacer aterrizar
al
títere de una absurda tragedia,
que
era yo,
pequeña
fortaleza,
decadente
resistencia,
metida
en una vacua y absurda
botella...
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