
domingo, 7 de junio de 2015
ORIENTAL Y TAL Y TALIZÁNDONOS

LOS ASALARIADOS ESTAMOS HARTOS DE 'EMPRESARRO' EN LOS DIENTES
Al
sistema empresarial español, elitista donde los haya, poco le
importa la educación de los ciudadanos y su cualificación, pues
hasta ahora le ha ido muy bien la mano de obra pobre e ignorante que
ha trabajado para la construcción por acción y efecto de una
zanahoria atada a un palo; ¡Ah la 'construcción'!, ese sector
fetén de lo especulativo y corrupto.
Por
eso los gobernantes que han compadreado con los constructores nunca
se han visto en la necesidad de hacer concesiones significativas a
los trabajadores en lo que se refiere a la mejora de su cualificación
profesional: porque el turismo, la construcción y el campo (sectores
propicios para mano de obra ignorante y cortoplacista)han sido un
cómodo y ahorrativo colchón para el oligo-capital. Pero sí han
sido muy ''plañideras' a la hora de lloriquear año sí, año
también, a las puertas del gobierno de turno, por que hubiera menos
aranceles para sus exportaciones, por menos impuestos para facilitar
su expansión,¡ payo!. Y por salarios bajos, casi tan bajos como los
que se pagan por trabajos sin cualificación en países no hace mucho
etiquetados como subdesarrollados.
TIVIDAD, TIVIDAD...QUE ALGO QUEDA... EN EL INODORO
Si era lamentable
para los artesanos en extinción de entonces, que la relación costo-beneficio
rigiera los balbuceos del mercado bebé-capitalista, hoy en día el
amancebamiento productividad-competitividad para los herederos de
aquellos artesanos, tanto en lo tocante a la rapidez como en lo
montante a la crueldad, sería una razón más que suficiente para que
Stuart Mill se inyectara una chuta de caballo en la vena, al contemplar el espectáculo... con el culo entumecido de un incordio anal, que es lo que viene a ser el amorfo-capitalismo contemporáneo.

BIEN ESTAR, NO RECUERDO SI ESTUVIMOS NUNCA
La desgracia más
horrenda, la más macabra desgracia que podría acontecerele a un ser
humano en la imaginación colectiva de la sociedad del bienestar de
los años ochenta y noventa del siglo precedente, es que le paguen
por hacer aquello que odia, que desprecia y que le amarga la vida, de
manera cicatera y en condiciones de vecindario con la esclavitud
laboral del gargantúa
asiático.
ARISTOTELES Y LOS TONELES DE VINO QUE SE PIMPLA LA PATRONAL
El
empresariado vuelve a Aristóteles, su inspirador en el tema de la
esclavitud laboral. Cuando estudia el mercado laboral en tiempos de
crisis económica, la patronal descubre que los trabajadores son
realmente de carácter servil. Al igual que Aristóteles, el
empresario español supone entonces que este
servilismo-por-un-puñado-de-euros es constitutivo de la naturaleza
instintiva que gobierna el entendimiento de los trabajadores que no
pueden trabajar, de los esclavos de créditos tocomocheados en épocas
de bonanza, deduciendo de todo ello, oye, que la clase trabajadora
endeudada es servil por naturaleza y que, por lo tanto, deben ser
atados salarialmente en corto para mantenerlos en ese estado de
ganadería fácilmente pastoreable.
OLIGOPOLLOS
La
indigencia del capitalismo frente a los oligopolios, es proporcional
a la de los ciudadanos frente a la justicia: a pesar de las leyes y
de la moral, uno se ve forzado a vender a su padre por un puñado de
lentejas, con rapidez, seriedad y sin compromiso. Sólo en el
supuesto de un mercado de libre competencia, estas observaciones
pueden parecer sucesos históricos del medievo o anécdotas de
ficción habidas en un libro de caballerías... pero ¿cuándo ha
habido capitalismo y mercado de libre competencia, fuera de la
imaginación de Adam Smith, o David Ricardo?
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