domingo, 8 de junio de 2014

MARHUENDA Y LA MONADA DE ARQUÍA


 Los Juancarlistas y sus cortesanos adolecen de 'hegelismo'. Hegel pensaba que el sistema político, o forma de estado, como ahora le dicen, en el cual todos los hombres son libres, era la Monarquía prusiana.  Los Juancarlistas, nada originales, pese a emperifollarlo con ramilletes de palabras efímeras, llegan a la misma conclusión pero en nombre de la Monarquía Constitucional del setenta y algo... la sombra del generalillo es alargada.
En el debate de la sexta noche, Marhuenda, ese niño grande de mofletes bien alimentados y flequillo de colegial bobilis-curilis, se remitía a declaraciones suyas hechas en el 2013 acerca de la Monarquía como forma de Estado: "Lo de ser republicano y de izquierdas está muy guay, pero todas las socialdemocracias del norte son monarquías"; las glosaba - la memoria no da para más- en el programa de La Sexta Noche del día séptimo del mes sexto de este año 14 de desgracia del siglo XXI: entonces, nosotros nos fijábamos en los paises más prósperos y avanzados de Europa, como Inglaterra, Suecia, Noruega, todos Monarquías... decía más o menos así el 'ex-delegado de la clase'.
Este discurso de referirse a los países más avanzados de Europa con la Monarquía como forma de estado, no es monopolio de Marhuenda; ha sido repetido hasta la hartura por un sector de los mass-media de forma periódica y vehemente: tanto los monárquicos que nos quieren adoctrinar en su 'abecé', como los aznaristas, autonominados como interpretadores del Mundo. Parece ser la consigna para proclamar en público la Monarquía como símbolo de la democracia y el progreso, una idea que estos 'medios' y todo su apadrinamiento político dan a entender como surgida en la transición, por obra e intelecto del Borbón de turno, o del que daba la vez entonces, Adolfo Suárez, todos muy del Movimiento, y aclamada como idea original y sorprendente por la mayoría del pueblo español... que pocos años después renegó en parte de los principios del Movimiento para parir 'La Movida', respuesta musico-festiva a los 'minutos musicales' del franquismo. 


Independientemente del debate acerca de la veracidad o no del  contenido argumental en favor de la Monarquía -como contemporánea cronológica e intelectualmente a la Constitución, su autoría y su circunstancia- y el recurso a datos y estadísticas, más o menos 'científicos' para con más o menos fortuna defenderla y promocionarla, lo cierto es que esta idea de la Monarquía como forma de  Estado,  fruto del pensamiento intelectual de uno o más demócratas convencidos y desinteresados dista mucho de la realidad. Ni fue demócrata el parturiento, ni perteneció a esa Transición, tan toqueteada por toda la alcurnia política.
Para no prolongar más el misterio voy a acudir al discurso que Francisco Franco Bahamonde, al que le decían Su Excelencia el Jefe del Estado (su excrecencia la estamos padeciendo ahora con más resignación de la imaginada por él), pronunció el 22 de julio de 1969 en el Palacio de las Cortes, y mediante el cual, anunció su sucesión: 
"... Hoy no se puede decir que las monarquías representan al sector conservador de los pueblos, pues si contemplamos las monarquías de las distintas naciones del norte  europeo, tenemos que reconocer el progreso y la eficiencia social que registran, a las que dio estabilidad y garantías de continuidad..."

 En el debate de la Sexta Noche, Marhuenda, ese niño grande de mofletes bien alimentados y flequillo de colegial bobilis-curilis, desempolvó al Caudillo de la Monarquía, al Generalillo, con todo su bigote, con toda su voz de vicetiple y toda La Razón que tiene el blanco y negro.


sábado, 24 de mayo de 2014

SALIVAZO VEINTELIGENTE

Nos peemos en la intimidad con elevado animo y virtuoso esfuerzo. La recompensa, un... ¿quién ha sido?...
¡Ah, la intimidad!¡Esa entelequia!

SALIVAZO DIECINUEVO

Toda 'presona'  decente  ha de conservar intacto el precioso patrimonio del honor social de que cada uno es depositario: ese mojón compacto, marrón y de penetrante fragancia, que depositamos en la taza del báter nada más levantarnos... y que compartimos, gracias a la red de alcantarillado con el resto de la humanidad.

SALIVAZO DIECIO-CHOCHO

lA VERDADERA COPA NO ES LA COPA DE EUROPA, SINO LA DE VINO

OCHO: JORNADA DE GENUFLEXIÓN


En el 'democrático' hormiguero-termitero donde manejan el cotarro los partidos políticos, sostener dos opiniones que son contradictorias en un lapso de tiempo corto no asusta a la marabunta de tanta veces que ha padecido los "puedo-prometer-y-prometo". En la partitocrática colonia de insectos sociales, emplear lógica con proposiciones indecidibles contra la lógica fetén es el hidrato de carbono de cada día. En la hormigópolis recurrir a la moralina para repudiar y linchar la moral, es dogma de fe. En la cracia de los intermediarios, es un axioma de progreso etiquetar con dedo inquisitorial la expresión más virginal e inocente de la democracia, esto es, el referéndum; el inquisidor es el representante de la soberanía y quien ejerece de vigilante jurado de otra cosa que también llaman democracia, (¡qué cosas!), y que es quien le paga el sueldo. Los que parten el bacalao, los partidos, (¡juas, juas!) , se acogen a la enmienda del olvido o amnistía cuando les fuere menester a ellos y sus cortesanos; cuando les sale por ahí se acogen a la otra enmienda legislada por ellos mismos, por la cual se vuelve a traer lo desmemoriado del pasado inmediato en cuanto les fuere de conveniencia y si el piscolabis lo necesita se olvida/amnistía de nuevo y aquí no ha pasado nada y que viva la constitución/S.A.de-la-construcción.
En el 'yermocrático' termitero-hormiguero puede que haya buenos, pero seguro es que abundan los hijos de puta.

domingo, 18 de mayo de 2014

SIETE: SÓLO SERVIMOS PARA DARLE GUSTO AL PRURITO PUBLICITARIO

Para el hormiguero humano, cuyo éxito radica sólo en el número,  lo natural es la avidez por los deseos materiales, el narcótico deseo presente por un futuro placer efímero y por una gloria quimérica. La vaina mirmecológica,  es la de enredar a los individuos en este bucle, donde el objetivo es satisfacer un prurito publicitario, una zanahoria atada a un palo,  satisfacción que genera otra necesidad anticipada por los mercadotécnicos, y que debe ser satisfecha de nuevo, la hierba de la reina que tanto excita al asno. «Como el que, divertido, el mar navega/ y, sin moverse, vuela con el viento/ y antes que piense en acercarse, llega», ni piripintados le vienen estos versos de Quevedo, que dejan con el culo al aire al políticamente más correcto.
Lo sano es el deseo por encima de la satisfacción y la realización. Lo insano es declararse apátrida de ese mundo de los deseos, de esa patria que es la ilusión de la felicidad; por la contra, los certificadamente  sanos son todos aquellos que buscan un público que les eleve al poder a golpe de aplauso o sufragio. El médico que emite dictámen de salud/docilidad/buena-hormiga, es un mando intermedio del hormiguero. Aquel corazón indomable que está de parte del solitario y censurado iconoclasta, la oveja negra del rebaño, siempre es condenado al infarto inducido. Aquel cerebro que opta por la verdad y la cordura del más allá del bien y del mal, es internado en el psiquiátrico cuyo alcaide es la mentira. Y el mando intermedio sigue navegando por ese mar inmenso de caprichos administrativos, en un bajel sin brújula, pero dando registros de salida a babor y a estribor sin importarle el horizonte ni lo endiabladas que sean las aguas.

 " ...la  nación  no  existe,  vista  la  nulidad  de  su  espíritu  para  alumbrar  a  todos  sobre  el  auténtico  interés
común ..." - Manuel Azaña

SEIS: ¿Por qué lo llaman razón cuando quieren decir 'dictado'?

¿Por qué lo llaman razón cuando quieren decir 'dictado'? 
Me refiero a los dictados del colegio: ese texto que en voz alta leía un profesor o una profesora y que todos debíamos cazar al vuelo y solidificarlo en un rastro de grafito sobre nuestro cuaderno de pauta. El alumno escuchaba al dictador y sin comprender se escribía a toda prisa, tilde va, tilde viene, ortografía por el oido entra por el orto sale... Aquellos dictadores evocan en mi pobre memoria que no alcanza a citar sino a glosar y con la venia de Stefan Zweig, unas imágenes de caras viejas y feas, caras de libertinos curiles con dientes podridos, con la saliva fluyéndoles a los labios y de los labios, indiscriminadamente, a toda el aula , y en los labios el rictus de una sonrisa de pervertido cristiano, de un dejad-que-los-niños-se-acerquen-a-mí y demás pedofilias más o menos eufemizadas. 
El pensamiento dialéctico y el pensamiento burgués , en el hormiguero se reducen a la selección estética y antojadiza de un texto a dictar. La instigación del progreso y la razón de uno y lo involucionista y retrógrado de otro, en el hormiguero, terminan por ser textos a dictar a los alumnos por parte del dictador de turno. Los alumnos, las hormigas, esperan pacientes como autómatas para empezar a darle al oído duro, a la vista astigmática y a la memoria a corto, la memoria del autómata, del buen operario , y acabar con el baile del lapicero sobre el papel una vez más. A esto se reduce la lucha de clases: a la selección de un texto supeditado a la coyuntura política con la excusa de la ortografía que llaman ora ortodoxia de presupuestos sin déficit y sin
emisión de deuda pública, ora revolución popular, invocando, con
aplauso de sus secuaces, el interés nacional, valga el azañismo.