En
la sociedad/hormiguero el saber es portador de poder. Pero no todo el
poder está en manos de los que ostentan el saber. El hormiguero
fuerza, de modo parecido a como se esclavizan unas hormigas a otras, al
portador del saber a ejercerlo en beneficio de la sociedad-manicomio
o de la humanidad-hormiguero, que tanto monta lenocinio como puterío
monta tanto. El
hormiguero fuerza a separar a machetazos piedad de sabiduría, en
favor del utilitarismo o cortoplacismo como ahora le dicen al
artefacto. ¡Qué
grande es la tentación de destruir el hormiguero para disfrutar del
placer de revolcarse entre sus ruinas!
El selecciona, El discrimina, El interdice, impulsado por el
estímulo-recompensa propio de una droga o de una hormona: se les deja a los
seleccionadores circular por los senderos del placer sin condón para
mayor dolor de los tomantes forzados.
El saber uno grande y libre del
hormiguero está al servicio de la censura y represión de la
multiplicidad de discursos: el hormiguero ata en corto al individuo,
para recordarle dirariamente dónde está y a quién está
subordinado: al bien común, otro eufémico nombre que dan al
hormiguero hormigonado.
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